Archivo Pons

17/10/2002 - 11/1/2003

Comisario: Carlos Basualdo - Mónica Amor
Artistas: Alys, Francis; Ashkin, Michael; Barney, Matthew; Barth, Utah; Bernardelli, Enrica; Boltansky, Christian; Brown, Don; Camnitzer,LuisCasabere, James; Castillo, Monica; Chieso, Taro; Cinto, Sandra; Collishaw, Mat; Costi, Rochelle; Crewdson, Gregory; De La Torre, Milagros; De Souza, Edgar; Do Espirito Santo, Iran; Eliasson, Olafur; Fernandez, José Gabriel; Fuertes, Rosana; Galán, Julio; Girón, MonicaGonzalez Torres, Felix; Hernández-Díez, Jose Antonio; Hodges, Jim; Hubbard, Teresa + Birchl; Kacero, Fabio; Kuitca. Guillermo; Lee, Nikki S.; Leiner, Jac; Leonilson; Lucas, Sarah; Manglano Ovalle , Inigo; Meireles, Cildo; Monkkonen, PenttiMorimura, Yasumasa; Muñiz, Vik; Murakami, Takachi; NetoE, Ernesto; Neuenschwanderd , Rivane; Obregón, Roberto; Orozco, Gabriel; Oursler , Tony; Pombo, Marcelo; Renno, Rosangela; Rondinone, Ugo; Rossel, Daniela; Salcedo , Doris; Schnabel, John; Schneider, GregorSerrano, Andrés; Sherman, Cindy; Shonibare, Yinka; Simpson, Lorna; Soares, Valeska; Sugimoto, Hiroshi; Varejao, Adriana; Voita, Bernard; Weidle, Carina
Textos: Monica Amor-Carlos Basualdo
Montaje: Croquis
 

Nota de Prensa:



Alfonso Pons inicia su colección de arte a finales de los años sesenta en Venezuela y decide concentrarse en la obra de los artistas latinoamericanos, ateniéndose así a una clasificación aparentemente definida, en gran parte para oponerse a la que percibe como implícita infinitud de la colección de estampillas a la que se dedicara de chico. Pero si abandonamos por un instante el importante rol de registro cultural que cumple la colección Pons, lo que emerge es una acumulación de obras de arte que evade la tendencia institucional de categorizar y el impulso individual de la especialización. Es por eso que en esta muestra, la primera que presenta al público una selección de las diversas obras que constituyen la colección, hemos hecho énfasis no en conceptos estilísticos o geopolíticos, no en las categorías artísticas, museísticas o históricas con las que se tiende a asociar una colección de arte, o tampoco en la identificación entre individuo y colección, sino más bien en la intersección entre archivo y deseo que permea toda producción y acumulación de objetos y conocimiento.

Hemos apelado a la idea de archivo para ejemplificar esta dualidad característica de la colección privada expuesta en el espacio público, y de la colección como acumulación de documentos culturales que esperan organización. La colección, en cuanto archivo privado, registra la dimensión pública y social de todo gesto de selección subjetivo que supuestamente existe en la acumulación de objetos culturales, al mismo tiempo que subraya lo irreduciblemente singular de una selección tan basta e irreverente como la que nos concierne aquí. Así como el archivo busca convertir en documento revelatorio, en testimonio histórico, los a veces inexplicables eventos cotidianos—los síntomas, signos, registros y trazos que constituyen la materia prima del archivo—así la colección aspira al imposible ideal de fijar el inestable diálogo entre individuo y cultura que estaría destinada a representar.

¿Cómo organizar entonces en una exposición esta anti-narrativa implícita en toda colección? Los diferentes espacios expositivos resultantes de la presente exposición dialogan íntimamente con la función de registro obsesivo que tiene la biblioteca en general, y la biblioteca adyacente de Koldo Mitxelena kulturunea en particular. Es así que uno de los espacios centrales traza líneas esquemáticas que evocan y recuerdan el depósito, el gabinete y la biblioteca: lugares donde tradicionalmente se produce, organiza y acumula el conocimiento. Allí imaginamos tanto al meticuloso bibliotecario como al coleccionista obsesivo tratando de darle sentido a la masa de documentos, datos y fotos que invaden su escritorio.

Un segundo espacio, ubicado también en la parte central de la sala de exposiciones, estaría plagado de objetos cuya operación predilecta es el uso del ready-made y de yuxtaposiciones absurdas que recuerdan juguetes surrealistas, cadáveres exquicitos tridimensionales. En un tercer espacio, constituido por los pasillos que rodean al cuerpo central de la sala de exposicionesb , hemos decidido agrupar las obras en relación a categorías temáticas que, al mismo tiempo, confundirían las categorías museísticas que agrupan a las obras de arte en relación a los medios que incorporan: pintura, escultura, dibujo, fotografía, etc. El resultado son una serie de mini-exposiciones que toman como punto de partida temas aparentemente banales como el paisaje y el retrato, pero que fluyen a lo largo del corazón simbólico de la muestra (el espacio de juego y el estudio del coleccionista) a modo de emblema de la tensión inherente entre singularidad y concepto.

Por último, la muestra incorpora núcleos de bras de artistas representados en profundidad en la colección y cuyos trabajos han sido ubicados en las salas periféricas a las cuales ganamos acceso desde los pasillos. A modo de suscintas “panorámicas”, estos cuartos que rodean la estructura “subjetiva” de la muestra —circundando al coleccionista y a sus obsesiones, “representadas” en los pasillos a través de temas que recurren a modo de memorias reprimidas— aluden una vez más al museo como interlocutor de las pasiones de la colección y del archivo.