Arquitectura y escultura en la basílica de Arantzazu

Hace un par de años, en parte motivada por la muerte de Jorge Oteiza, el centro-museo ARTIUM de Álava dedicó una exposición a explicar aspectos hasta hoy desconocidos del proceso constructivo de la Basílica de Aranzazu, un proceso en el que, además del debate mantenido entre los arquitectos proyectistas, y entre éstos y la comunidad franciscana, resonaba con voz potente y dramática la del escultor. Aquella exposición iba acompañada de un libro, éste que ahora ve su segunda edición, en el que se explica con cierto detenimiento aspectos desconocidos del tormentoso proceso artístico y, sobre todo, arquitectónico que se vivió. Este libro no es un catálogo al uso, pues no recoge toda la documentación gráfica elaborada por los arquitectos, amplia y dispersa entre los descendientes de Luis Laorga y Francisco Sáenz Oiza, y expuesta en la muestra, sino que, con el propósito de desentrañar un enigma, se plantea más con una investigación histórica en sentido estricto.

Durante estos dos años y medio transcurridos desde que vieron la luz, las vidas tanto de la exposición como la del libro han sido intensas. La exposición, por una parte, ha sido mostrada en las sedes de los Colegios de Arquitectos de Bilbao y Barcelona y el libro, por la suya, ha visto agotada rápidamente la primera tirada de 3.200 ejemplares. El Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro fue patrocinador de aquella edición junto con ARTIUM, con motivo del 75 aniversario de su creación.

Naturalmente, Gipuzkoa, territorio en cuyo municipio de Oñati se encuentra enclavada la Basílica, era un destino inevitable de este periplo. Aquel episodio, que aquí fue tan controvertido, debía ser revisitado medio siglo después con la calma y el sosiego que ofrece tanto la distancia temporal como la ya indiscutida relevancia de un episodio que puso rostro a aquella época, tanto a una época que desaparecía como a otra que se avecinaba.

El misterio de Aranzazu, más por mitificado que por estudiado antes, queda ahora situado en un plano más cercano y humano, más conocido y reconocible, y su grandeza no ha perdido ni un ápice por el hecho de que hoy conozcamos mejor lo tortuoso de su ejecución. Al revés, la construcción de aquel templo en medio de tantas dificultades, internas y externas, es la más elocuente expresión artística, política y social de su tiempo en tierras vascas. En todo caso, este misterio aun no está completamente desvelado, pues quedan aun archivos (Vaticano y Obispado de San Sebastián) por investigar, así como un análisis detenido del aspecto público de la discusión habida entonces y acogida, fundamentalmente, por los periódicos donostiarras de la época.

Esta segunda edición del libro, que incluye la traducción al euskera del primer capítulo del mismo (el segundo está configurado básicamente por las cartas de Jorge Oteiza escritas en castellano), se lleva a cabo ahora en colaboración con la Koldo Mitxelena Kulturunea, en cuya Ganbara la exposición se presenta de forma más amplia a la mostrada en puntos anteriores de su recorrido. Recordemos que la renovada Basílica de Aranzazu se inauguró el 1 de Agosto de 1955, con lo que este año se cumple el cincuentenario de aquel hecho. Es el momento ideal para lanzar una mirada nueva sobre aquel episodio.

Javier González de Durana

Información sobre la exposición en Gipuzkoakultura.net