Calendarios y almanaques para un año que empieza
Estas publicaciones, aunque consideradas menores, además de reflejar la medida del tiempo, también han constituido una forma de divulgación de saberes científicos y populares; podían ser especializados o generalistas, ilustrados o no, pero a menudo han constituído la única lectura a la que tenía acceso gran parte de la población.
En la primera planta de la biblioteca está expuesta una muestra de algunos calendarios y almanaques curiosos de los s.XVIII-XX.
Por un lado, se exponen documentos que tratan de dominar las variaciones en la medida del tiempo con calendarios perpetuos como Calendrier solaire, perpétuel et universel, contenant la longitude, l'ascension droite, la declinaison du soleil.. publicado en 1789 o las fechas variables del calendario gregoriano, con una copia manuscrita de la obra de Joannes Leizarraga, Kalendrera, bazco noiz daten, ilhargui berriaren eta letra dominicalaren eçagutzeco manerarequin, calendario en euskera de 1571, cuyo original se conserva en la biblioteca BNF de Paris.
Otro documento curioso en este sentido es la obrita El calendario mundial , propuesta de reforma de nuestro vigente calendario gregoriano realizada por Elisabeth Achelis, traducido y publicado en español en1931, testigo temprano de la World Calendar Association.
Por otro lado, muchos calendarios se relacionan directamente con el momento social o político vivido. Por ejemplo, hay un testimonio comentado de un intento de traducción al euskera del calendario republicano francés para su uso popular; se trata de Un essai de calendrier républicain en langue basque realizado por el médico de Mauleón Jean Félix Larrieu (1863-1941) y publicado en 1891 en la "Revue de linguistique et de philologie comparée", donde se propone la traducción al euskera de las términos impuestos por los revolucionarios para facilitar su uso generalizado entre los habitantes de la región en 1799. A este lado de los Pirineos está el Almanaque carlista : año 1873, redactado por distinguidos escritores monárquicos.
De época posterior, en relación a la guerra civil española hay un raro ejemplar de calendario de 1939 editado en Barcelona por la Comisión de auxilio femenino del Ministerio de Defensa republicano y realizado por el Comité Nacional de Mujeres Antifascistas de España, con poemas y fotografías de la guerra. En tanto que de 1940 puede verse un almanaque de la sección femenina de las JONS.
De entre los de corte más popular, están las series de almanaques en euskera de finales del siglo XIX y comienzos del XX estrechamente relacionados con los inicios del periodismo en esta lengua, tales como Almanak berria edo Ziberouko eta Basa-Nabarreko egunaria 1888 impreso en Pau, o Santo Tomasco Feriya : almanaque bilingüe erderaz eta eusqueraz para el año de 1878 impreso en Donostia / San Sebastián o el popular Argia'ren egutegia editado entre 1922 y 1936.
También destacan las cubiertas ilustradas de los Almanaques de “La Baskonia” editados en las primeras décadas del s. XX por José R. Uriarte con artículos que reflejan la añoranza de los que emigraron a Argentina a principios de siglo y los anuncios de aquellas industrias que crearon allí.
De contenido enciclopédico popular, está el almanaque de Bailly-Bailliere. Además de calendario anual con los fenómenos astronómicos correspondientes, cada ejemplar contenía artículos de divulgación de temática variada, según el interés de la época, así como reportajes y resúmenes de actualidad del año de edición. Esta publicación procede del fondo que conserva la biblioteca del investigador en gastronomía Busca Isusi y de ese mismo fondo también está expuesto el Almanach des gourmands correspondiente al año 1929 con recetas culinarias para cada día del año.
Otra serie es la de calendarios meteoro-fenomenológicos de la década de los 40, que recogen datos estadísticos sobre variables meteorológicas e información astronómica, medioambiental o artículos divulgativos al respecto y muy orientados hacia la agricultura.
Finalmente, se expone una serie de reproducciones de trabajos pictóricos de décadas posteriores en forma de láminas de calendario, algunas tan destacables como los grabados de Didier Petit de Meurville de entre los editados por el desaparecido Banco Guipuzcoano en las décadas de los 60-70.