Esther Ferrer . De la acción al objeto y viceversa.

4/12/1997 - 4/2/1998

Comisario: Margarita Aizpuru Domínguez
Artistas: Esther Ferrer
Textos: Margarita Aizpuru, Gloria Collado, Helga de la Motte y Esther Ferrer
Montaje: Expolan, Idurre Ugalde, Ainhoa Mujika, Edorta Lang
 

Nota de Prensa:



Esther Ferrer nace en San Sebastián en 1937 pero desde 1973 reside en París. En 1967 se incorpora al grupo Zaj formado por Juan Hidalgo y Walter Marchetti. Este grupo ya no funciona como tal, pero sus componentes han continuado desarrollando el espíritu transgresor, dinámico y provocador del grupo en las actividades artísticas que cada uno de ellos efectúa individualmente. Incluso, con ocasión de algún concierto, exposición o festival han realizado algunas acciones juntos.

La performance o acción es un género artístico abierto a todo tipo de propuestas y disciplinas, contrario a los precisos límites de las definiciones que restringen, reducen y coartan su extenso “campo de acción”. La singularidad de las performances es que el artista (performer) ejecuta una acción con neutralidad y sin improvisar, es un actuante y no un actor. El performer no representa ningún personaje, no simula ni dramatiza los actos sino que se entrega e implica en un proceso sometiéndose a los riesgos de la espontaneidad. De esta manera lo entiende Esther Ferrer, para ella en una performance todo es real: el espacio, la presencia y el tiempo; el performer realiza una acción que transcurre en un espacio determinado y durante un periodo de tiempo.

En las performances el factor sorpresa es vivido tanto por el público como por el artista y es este factor sorpresa el que puede provocar situaciones de diversa índole entre los participantes: expectación, contemplación, espera, estupefacción, tensión, curiosidad, indignación, asombro, aceptación, indiferencia, etc., situaciones todas que conducen a la reflexión de lo visto y de lo vivido.

“En la performance, al menos en las mías, no pido nada al público y menos aún su participación por la pura y simple razón de que participa automáticamente, lo quiera o no. Cuando en un lugar determinado, a una hora dada, hago una performance, los roles comienzan a confundirse. Es como una trampa. El espectador es tan performer como yo, incluso si decide marcharse, si llega a “interrumpir” la performance e incluso sin querer serlo. Forma parte de la acción, está en el interior”.

Esta exposición presenta un conjunto de instalaciones, objetos, fotografías, vídeos y otros materiales de documentación que constituyen el testimonio de algunas de las performances realizadas por Esther Ferrer a lo largo de su trayectoria artística.

Esther Ferrer prepara minuciosamente sus performances en relación al tiempo, al espacio y a la presencia. Elabora lo que ella denomina partituras, en las que incluye textos, dibujos y esquemas que indican claramente los pasos a seguir para la realización de la acción. Para la artista las principales herramientas de trabajo son su propio cuerpo y los objetos, elementos básicos que acompañan casi todas sus intervenciones. Sillas, hilos, cuerdas, marcos, relojes, zapatos y otros tantos objetos ordinarios aparecen tanto en sus instalaciones como en sus performances y son utilizados creando situaciones absurdas.

Como dice Gloria Collado en el texto del catálogo: “El estatuto de los objetos con relación a las performances es el de la presencia invisible. Al esconder su propia presencia, provoca que surja la presencia del espectador y le fija obligaciones. En ausencia de la performer, los objetos no pueden ser otra cosa que inductores de la única reflexión posible: la que lleva a percibirlos como su propia evidencia y, en consecuencia, la nuestra(...)(los objetos)Son autónomos, pero no viven al margen de una presencia, en este caso la del espectador, ni nacen al margen de otra, la del performer. Con ello, consigue que los roles de ambos se hagan intercambiables. Espectador y artista confunden sus papeles hasta hacer irreconocible el espacio asignado a cada cual”.

Mari Fran Machín