Expedición a un abecedario. Arte gráfico en torno a Bernardo Atxaga

La gráfica alrededor de Bernardo Atxaga.
La región de las letras tiene paisajes muy distintos: arenales que nos sorprenden con la pincelada de un oasis, lejanas sierras nevadas, playas y bahías que se abrazan con el mar. Para adentrarnos en este maravilloso mundo -en realidad, el de la edición de las palabras- hemos preparado esta caravana.

Al pertrecharnos para el viaje hemos recogido en nuestro equipaje algunas de las diversas formas, colores, tamaños, sonidos con los que la escritura se presenta ante nuestros ojos; todas tienen su magia.

La humilde fotocopia del panfleto juvenil, la hoja, con aroma de tinta y café, del suplemento dominical, la letra de una canción que memorizamos en una portada de disco, las viñetas de un comic, la página ilustrada que terminará en las manos de un niño, la revista literaria bullente de irreverencia y apuesta gráfica. No hemos olvidado elementos como un molde para gofrar el papel, los círculos de colores que nos cuentan el paso de los días, los originales que se convertirán en portada, la pantalla de serigrafía, la plancha de cobre que, trasladada al papel artesano, quiere garabatearnos el secreto del cosmos, el metal que luego será pliego de un periódico. Con todo ello queremos construir un pequeño abecedario visual de las artes gráficas.

Toda expedición necesita un guía; hemos tenido la suerte, y se lo agradecemos de todo corazón, de que alguien como Bernardo Atxaga, curtido en tantas aventuras con sus amigos escritores, pintores, músicos, dibujantes, comparta con nosotros esta marcha (robando incluso tiempo a esos ratos que el viajero también necesita para buscar refugio en su sillón de lectura, entre los papeles que en su mesa de trabajo hilan su carta de navegación interior, más aún en esta primavera en que las gotas de lluvia golpeando permanentemente en los vidrios de la ventana, conseguían arrancar de ellos brillantes reflejos, como los de la piel de un lagarto.

Además Bernardo Atxaga nos acompaña en esta expedición dibujándonos una dedicatoria que contiene el alfabeto, con lo que todos podemos, juntando esta vocal con esa consonante y con aquella otra, encontrar nuestro nombre. El viaje de la lectura persigue ese encuentro entre aquél que escribe y aquél que lo lee.