¿Cuándo habrá arquitectura? José Manuel Aizpurua & Joaquín Labayen
2012.03.07 / 2012.04.21
En esta exposición presentaremos objetos, fotografías y planos, además de maquetas de los proyectos arquitectonicos que Aizpurua y Labayen no llegaron a construir
¿Cuándo habrá arquitectura?
José Ángel Medina Murua
El 24 de octubre de 1929, un grupo de arquitectos llegaba a la ciudad alemana de Frankfurt para inaugurar la segunda edición del incipiente Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, también conocido como CIAM.[1] El evento dejó para la posteridad uno de los manuales más celebrados de la arquitectura moderna y que llevaba por título Die Wohnung für das Existenzminimum pues recogía ejemplos de vivienda bajo el paradigma del mínimo digno que el hombre de la convulsa sociedad del inicio del siglo XX requería.[2]
Las actas del catálogo recogían distintas ponencias sobre los nuevos estándares de la construcción y la necesidad de una vivienda racional y razonable[3] que debía de dar solución al masivo crecimiento de las ciudades europeas. Era patente la demanda de un nuevo modelo urbano y arquitectónico que solucionase los problemas sociales y de falta de higiene derivados de la superpoblación de las ciudades del XIX.
El resultado alumbró una nueva forma de valorar y proyectar la célula de habitación. El debate sobre la vivienda quedaba así ligado tanto a la aplicación de las nuevas ordenanzas municipales como a la industrialización de los elementos constructivos orientados hacia la consecución de un nuevo “lirismo” que las vanguardias reclamaban para mejorar el nivel de vida de la sociedad, especialmente a aquellos con recursos económicos más limitados.
El contenido de las ponencias del congreso, a cargo de Giedion, May, Gropius, Le Corbusier y Jeanneret, Bourgeois y finalmente Schmidt,definía aspectos tales como horas de iluminación solar directa al día, porcentajes de renovación de aire, superficies acristaladas, espacios verdes circundantes, proporciones de superficie / cama, requisitos de insonoridad, visibilidad, sistemas constructivos en función de las tipologías de arquitectura así como la necesaria intervención de los estados en la regulación de todos estos aspectos para evitar cualquier especulación sobre la necesidad más básica de una persona, el derecho a una vivienda. En definitiva, una manera más científica y racional de proyectar arquitectura.
La consecuencia de la aplicación de todas estas medidas iría encaminada a conseguir viviendas más baratas y de mayor dignidad que las construidas hasta entonces con la sencilla aplicación de la máxima de la eficiencia científica y una estrecha colaboración con el mundo de la industria. “Una casa un Palacio” diría Le Corbusier sobre este propósito.
Curiosamente y hablando de fechas, el 24 de octubre de 1929 ha pasado a la historia también con el nombre de jueves negro. Ese día supuso el comienzo de la caída en picado de la Bolsa de Nueva York y con ella el Crack del 29 y la Gran Depresión. La Bolsa colapsaría días después de este jueves 24 de octubre extendiendo el pavor como una mancha de aceite por todo el país. El resultado inmediato fue la quiebra en cadena de un banco tras otro y con ella el crecimiento masivo de impagos y la morosidad.
En Europa las consecuencias no fueron mejores. Sólo en Gran Bretaña y Alemania el paro alcanzó los 10 millones de parados durante los primeros meses de la crisis. Lógicamente, el contexto político y cultural europeo se tensó. Lo ocurrido en Europa durante los años postreros lo ilustran a la perfección.
Pues bien, resulta irónico y hasta cierto punto bello y esperanzador, comprobar que ese Jueves negro, el 24 de octubre de 1929, mientras el mercado bursátil más importante del mundo se descalabraba, un insignificante número de arquitectos se proponía devolver a la arquitectura su verdadero significado a través del pormenorizado estudio de una “simple” vivienda obrera y su repercusión en el crecimiento de la ciudad futura al mismo tiempo que reclamaban tiempos de cordura alejados de los estilismos disparatados que habían protagonizado el panorama arquitectónico precedente.
Si bien algunos de los ponentes del congreso ya contaban con cierta relevancia mediática entre las generaciones más jóvenes, no así entre los profesionales más asentados, la mayoría de los participantes del congreso no dejaban de ser imberbes pero entusiastas jóvenes arrimados a la vanguardia.
En lo que concierne a los protagonistas de la exposición que ilustra este catálogo y como ya conocemos, tanto Aizpurua como Labayen participaron de esta generación.[4] De la misma manera, el artículo de Aizpurua que publica La Gaceta Literaria el 1 de marzo de 1930, y que da título a la esta exposición “¿Cuándo habrá Arquitectura?”, se identifica totalmente con este contexto.
El texto de Aizpurua concatena una serie de denuncias sobre el panorama de la arquitectura que suponen todo un manifiesto de lo que la nueva arquitectura debe solucionar. Desde la primeras palabras del texto –“La arquitectura en España no existe; no hay arquitectos, hay pasteleros”–el donostiarra arremete con rotundidad contra todas aquellas actitudes que él considera perjudiciales para la arquitectura. Uno de los argumentos más presentes tienen que ver con esta idea del arquitecto “pastelero” más preocupado por la composición de sus edificios que por la verdadero espíritu de servicio que debe ocupar al trabajo del arquitecto al tiempo que reclama al “Arquitecto – Arquitecto”. Asimismo, existen una serie de afirmaciones a propósito del servicio y la educación de las “masas” con afirmaciones como “la nueva arquitectura es de las masas y viene a ellas para redimirlas” que remiten a la actualidad e influencia del pensamiento de Ortega y Gasset.[5]Merece la pena destacar, en este sentido, la siguiente afirmación del texto según la cual “El obrero español tiene derecho a vivir como viven los obreros alemanes, franceses, americanos, etc.; el Gobierno español ha dado muchos millones para ello, pero le han estafado” ; frase ilustrativa por si misma y que no necesita comentarios adicionales.
No obstante, más allá de reseñar el texto de Aizpúrua, es necesario advertir que el artículo constituye –también formalmente– un documento de una riqueza extraordinaria para ilustrar el momento de nuestros protagonistas; pero también resulta de gran importancia como texto propositivo. Curiosamente, ahora que la efeméride del crack del 29 pueda tener mayor relevancia que nunca, el texto de Aizpurua es de una vigencia llamativa, 75 años después de su muerte.
Desde luego y más allá de derivas ingenuas, la pertinencia del título para la exposición “¿Cuándo habrá arquitectura?” puede quedar totalmente justificada si atendemos a los últimos acontecimientos en el mundo de la arquitectura actual donde desde hace cierto tiempo, se reclama una profesión más racional o “razonable” y en plena revisión de sus fundamentos.
En este sentido, y sin pretender caer en la cita fácil, no puedo dejar de traer al final de este texto las ultimas palabras del manifiesto de Aizpurua en la Gaceta Literaria: “Un espíritu sereno sale a la calle y ve edificios faltos de tranquilidad y llenos de sensualismo; pierde la serenidad y grita revolución.”
El catálogo
En cuanto a lo que tiene que ver con esta publicación, el catálogo de la muestra supone la segunda parte del trabajo iniciado con la publicación del libro Aizpurua y Labayen de tal manera que se convierte en un segundo tomo que ilustra el primero.[6] La publicación se basa en el catálogo de proyectos que se desarrolló en el transcurso de la redacción de la tesis doctoral que realicé en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra bajo la dirección del Catedrático Juan Miguel Otxotorena. Entonces, la primera dificultad de la investigación consistió en desmontar el mito de que el archivo Aizpurua-Labayen había ido desapareciendo a lo largo de los años. Primero sería la guerra civil quien mermaría el fondo documental del estudio de los arquitectos; después el préstamo del material que Joaquín Labayen hizo para la publicación del Nueva Forma monográfico dedicado a José Manuel Aizpurua en 1969 y que nunca volvió de vuelta al estudio del tolosano.[7] Sin embargo, y después del exhaustivo estudio de todas las fuentes, se pudo comprobar que gracias al celo y el escrupuloso orden de Joaquín Labayen, todavía quedaba documentación suficiente para completar un catálogo que diese fe de la fecundidad del trabajo de los guipuzcoanos. Asimismo, la familia Aizpurua guardaba todavía documentación, sobretodo fotografías, que ayudaron a completar el catálogo.
En aquel catálogo, como en este, se recogen dibujos y fotografías originales de los archivos correspondientes a las familias de los arquitectos y a otros fondos como el del GTA Archive del ETH de Zúrich o el legado Aguinaga en el Archivo de la Universidad de Navarra. El catálogo prima el carácter original del material documentado por encima de cualquier otra fuente, como es natural. Por lo tanto, el catálogo no responde a una pormenorización descriptiva de los proyectos sino a una documentación de material original. En gran medida esbozos y croquis de sus proyectos. Sin embargo, y tal y como ya hemos comentado, lamentablemente, algunos de los proyectos documentados apenas cuentan con material original y hemos tenido que acudir a fuentes indirectas, como la monografía de Nueva Forma antes citada, para incluir proyectos que no podían quedarse fuera de la publicación.
Asimismo, el catálogo recoge todas las memorias existentes de los proyectos. En este caso, las fuentes también han sido diversas pues apenas quedaba testimonio original manuscrito de los texto. Por eso se ha acudido a las publicaciones de la época con tal de recoger de una vez todo el material escrito de los arquitectos. En este caso, y de cara a la edición en Euskara de la publicación, se ha visto preferible mantener el carácter original de los textos y no someterlos a la correspondiente traducción.
1]EL congreso se fraguó en la reunión preparatoria celebrada en febrero, en Basilea. Cfr. MEDINA MURUA, José Ángel, “GATEPAC Grupo Norte: de Basilea a San Sebastián”, en el libro El GATEPAC y la revista AC, Catalizados de la vanguardia arquitectónica española. 1931-1937, Demarcación de Zaragoza del Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón, Zaragoza, 2005, pp. 27-30.
[2]Cfr. L´Habitation minimum, Edición Facsímil de la de Julius Hoffmann, 1933, Demarcación de Zaragoza del Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón, Zaragoza, 1997.
[3]En uno de los recortes de prensa guardados en el estudio Labayen&Aizpurua se encuentra la célebre entrevista que Fernando García Mercadal realizaba a los arquitectos madrileños con preguntas sobre su opinión sobre la arquitectura moderna. En la entrevista, Arníches y Domínguez responden con ironíea a la pregunta de Mercadal, “¿Qué entiendes por arquitectura racionalista? La que nosotros practicamos nos parece razonable; no sabemos si te parecera racionalista.” Cfr. GARCIA MERCADAL, F., “Encuesta sobre la arquitectura moderna”, La Gaceta Literaria nº 32, 15 de abril de 1928, pp-17.
[4]Cfr. MEDINA MURUA, José Ángel, Aizpurua y Labayen, Delegación de Gipuzkoa del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, Diputación de Gipuzkoa, San Sebastián, 2011. A pesar de que ninguno de los dos estuvo en el CIAM II de Frankfurt, Aizpúrua sí que participó meses antes en la reunión de Basilea que preparó este congreso y que resultó igualmente crucial para el devenir de la historia de este grupo como testimonian sus actas. Cfr. CIAM Archive, GTA Archive, ETH Zúrich.
[5]El estudio de los guipuzcoanos contaba con distintos ejemplares de la obra de José Ortega y Gasset convenientemente subrayados.
[7]La familia de Joaquín Labayen afirma que a pesar de las numerosas peticiones a Fullaondo, el material prestado nunca se devolvió.
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