¿Quién cuidaba en Fraisoro?
Institución benéfica tutelada por la Diputación Foral de Gipuzkoa, la Casa-Cuna de Fraisoro de Zizurkil fue fundada en 1903 y, a lo largo de casi un siglo de vida, estuvo dedicada a acoger a niños abandonados del Territorio así como a atender a madres solteras, a quienes ayudaba durante y después del embarazo.
Los niños en acogida llegaban a Fraisoro mayoritariamente por dos vías. De un lado, la Institución acogía a menores de 5 años cuando a sus padres o tutores legales les era imposible hacerse cargo de ellos por situaciones sobrevenidas. Esta situación solía ser la más habitual y una vez la situación económica, de salud, o de otro tipo que les hubiera impedido cuidar de sus hijos mejoraba, las madres recuperaban su tutela y los niños y niñas regresaban a casa. De otro, la Casa-Cuna se convirtió en refugio seguro para madres solteras a quienes se les permitía pasar a salvo los últimos meses de embarazo y se les asistía en el cuidado de sus hijos e hijas. En esos casos, y una vez nacidos los niños y niñas, las madres podían o bien dejar a sus hijos temporal o definitivamente al cuidado de la Institución, o bien instalarse temporalmente allí con sus hijos e hijas. Desde 1931 y durante varias décadas, la Diputación también adoptó una medida excepcional para la época por la cual asistía económicamente durante dos años a las madres que habiendo pasado por Fraisoro finalmente decidieran hacerse cargo de sus hijos. Hasta 1994, la Casa-Cuna se hizo cargo de alrededor de 12.000 niños abandonados y desde 1913 se atendieron allí más de 4.000 partos.
El centro, cuya plantilla fue siempre mayoritariamente femenina, fue un referente de innovación a nivel internacional. Una especial atención en la alimentación de los lactantes (procesos de maternalización de la leche de vaca, fomento de la lactancia materna o con nodrizas), la aplicación de diversos cuidados médico-higiénicos y la implantación de la prueba de Wassermann para la prevención del contagio de la sífilis entre recién nacidos y madres lactantes o nodrizas hicieron que en pocos años el índice de mortalidad infantil en Fraisoro estuviera muy por debajo de otras Casas-Cuna similares en el Estado. Antes de Fraisoro, y hasta bien entrado el siglo XIX, la tasa de mortalidad entre los niños abandonados era escalofriante; la inclusa más cercana estaba en Pamplona y casi ninguno sobrevivía al viaje, y en las casas torno de Donostia, Tolosa, Azpeitia y Bergara que precedieron a la institución de Zizurkil en la acogida de niños abandonados desde 1804 hasta 1910, dicha tasa rondaba el 50%.
Desde entonces las cosas han cambiado mucho, y para mejor. Hoy en día el cuidado institucional de estos niños en situaciones vulnerables ya no está tutelada por órdenes religiosas, ciencias como la medicina o la psicología han avanzado mucho, los niños y niñas que nacen en este siglo están más protegidos por las instituciones públicas, que velan por sus derechos, y nuestra situación también ha mejorado: ya no quedamos automáticamente excluidas de la sociedad y marcadas de por vida cuando nos quedamos embarazadas sin habernos casado antes.
Ese cambio es, en parte, gracias a las cientos de mujeres que dedicaron su tiempo, empeño y esfuerzo en cuidar y mejorar las condiciones de vida de miles de niños, niñas y mujeres jóvenes. Hoy día 8 de marzo hemos preparado una pequeña vitrina en la entrada de la Biblioteca como homenaje a las cientos de enfermeras, matronas, criadas, cocineras, monjas, lavanderas y costureras que durante décadas trabajaron de forma anónima en la Casa-Cuna de Fraisoro, institución guipuzcoana dedicada a cuidar de los más vulnerables. Porque entonces, como ahora, los cuidados tuvieron rostro de mujer.