Raúl Urrutikoetxea: ida y vuelta

27/10/2005 - 7/1/2006

Comisario: Ana Salaverría
Artistas: Raúl Urrutikoetxea
Textos:
Montaje:
 

Nota de Prensa:





“Ida y vuelta” además de ser una exposición retrospectiva de la obra de Raúl Urrutikoetxea quiere ser un homenaje a un gran artista con una abultada producción y de una calidad indiscutible cuya trayectoria artística quedó bruscamente interrumpida a la edad de 40 años .

Para esta exposición se ha realizado una selección de 68 pinturas y 10 esculturas del periodo comprendido entre 1984 y 2002.

Raúl Urrutikoetxea ha reunido con su pintura un prodigioso inventario diferido de lo real. Si elegimos esa noción se debe a que en su etimología refiere una “lista de lo encontrado”. ¿Acaso sus obras no catalogan lo encontrado, pero también con los ojos profundos de la imaginación?. De ahí que recorrer esta exposición sea volver a deambular por aquellos lugares o espacios favoritos y fraternos a su mirada melancólica, y merodear por los meandros de su ensoñación creadora que roba o inventa detalles arquitectónicos para transfigurarlos en fascinantes esculturas o viceversa.

“Lo que se ve no es siempre lo que parece”, tal máxima era repetida por Raúl. En la segunda mitad de la década de los ochenta la pintura de este artista, aún cuando su poética constructiva ya se había definido con bastante precisión, todavía se le adscribía al hiperrealismo o realismo mágico que tenía en Antonio López como el preceptor más reconocido de esa tradición, iniciada varias décadas atrás en el contexto español. Pero el cauce de su pintura buscaba cursos inéditos, diferentes. Más allá de la meticulosidad formal que transmitían sus pinturas, dibujos y grabados, lo sustancial residía en su afán melancólico por cazar sensaciones y esa luz del atardecer que está tan presente en su imágenes.

Pudiera decirse que en un primer momento sobresale una afección casi arqueológica por determinadas obras de arquitectura o ingeniería que redescubría en Donostia o Bilbao.

No trataba entonces de recuperar una verdad documental, sino antes bien una verdad poética, tal vez una inquietud bella, insólita y seductora. Sin nostalgia, pero con una melancolía que se infiere de una memoria de los lugares expuestos a la obsolescencia y al olvido.

La fascinación por la arquitectura del movimiento moderno que mostró en sus trabajos, se prolonga en su interés por otras propuestas contemporáneas. Así tanto el Museo Guggenheim-Bilbao como el Kursaal (Mural, 2000) han sido fagocitados por su arte visual, ofreciéndonos derivas imaginarias insólitas. Pero a partir del año 2000 inicia un fértil proceso de invención de lugares y arquitecturas a través de dos modos de aproximación: uno más convencional, basado en pintura (óleo y acrílico) sobre tela; y otro más experimental en el que establecía otras técnicas y otras temporalidades en la construcción de las imágenes. En ésta última fase de su producción artística, partía de fotografías que manipulaba digitalmente para aplicar esas imágenes al soporte final (lienzo o DM), sobre los que intervenía con pintura.

Ese desplazamiento nuevo en su práctica artística prima la creación ex nihilo de arquitecturas imaginarias, sin referente real -salvo la torre-maqueta ensamblada con elementos encontrados. Una serie de prismas inquietantes (2002) se presentarán como fotografías ploteadas o con retoques pictóricos. ¿quién habita y qué acontece ahí? La respuesta es sabida de antemano: nadie y nada que no habilite nuestra imaginación.

En su último periodo, en los años 2000-2002 simultaneó dos procesos muy divergentes en apariencia: una figuración y las arquitecturas imaginarias ya mencionadas.

Como si ensayara la invención de una galería de personajes solitarios, de proporciones diminutas, éstos muestran acciones cotidianas, pero en un espacio indeterminado e ingrávido que suspende su contextualización. Los expone en series donde, sin perder la intimidad de cada personaje y en una nueva compañía, pudieran activarse una multiplicidad de relatos no predeterminados.

El conjunto de sus propuestas visuales componen un delicado cuaderno de viaje, donde los espacios, paisajes, estructuras arquitectónicas o ingenieriles quedan recreados bajo una luz y una mirada melancólica.

(extracto del texto Inventarios (diferidos) de Fernando Golvano para el catálogo de la exposición "Ida y vuelta, Raúl Urrutikoetxea")